La inconsciencia de las personas sigue, mientras que la propagación del virus Covid-19 avanza.
Por:
Evieth López Pinedo
Como el mar
enfurecido, cual tormenta desenfrenada. De la misma manera como se aprecian las
gigantescas olas en los mares que alrededor de todo el mundo, son utilizadas
por los más osados y apasionados surfistas, y que a su paso se llevan todo lo
que tienen por delante, así mismo una nueva ola de contagios masivos de
Covid-19 parece acercarse, prometiendo dejar en su marcha familias incompletas,
tristeza y desconsuelo, el sistema de salud de nuestro país (que de por sí es
deficiente e inclusive, a veces, no satisface las necesidades básicas de un ser
humano) en un nuevo colapso total.
Ya ha pasado
un año desde que en Colombia entramos a cuarentena estricta. A pesar de ello,
las cifras de contagios y muertes cada vez iban más y más en aumento. Por consecuencia de ese encierro total, la crisis económica no se hizo esperar. Los
cierres masivos de negocios, emprendimientos y el detenimiento de los comercios
provocó un hueco en el bolsillo de todos los colombianos sin excepción. La red
de salud no se quedó atrás, puesto que los hospitales y clínicas del país no
daban abasto para tantas personas enfermas y contagiadas por el virus que tenía,
y aún hoy en día, tiene al mundo en vilo. Con un número limitado de camas UCI
en el sistema de urgencias médicas, el ministerio de salud de Colombia parecía
gritar a todo pulmón, como lo hacía el Gran Combo de Puerto Rico ¡No hay cama
pa’ tanta gente!
Todo esto
teniendo en cuenta que se avecina la semana mayor del año. Semana santa suele
ser utilizada por los colombianos, como una fecha para salir de paseo,
disfrutar de unas mini vacaciones e ir de festejo en festejo con aglomeraciones
incluidas. La coyuntura social en la que estamos inmersos, hace que este tipo
de planes se deban restringir por parte de las autoridades si las personas no
toman las medidas necesarias de cuidado.
Es que ya se
empieza a dilucidar los efectos de un nuevo pico de contagios, fruto de la
falta de consciencia ciudadana. Ciudades como Santa Marta y Barranquilla vuelven
al foco nacional como lugares con un alto incremento en contagios y muertes a
causa del Covid-19, y con la cantidad de turistas que visitan estas ciudades y
toda la costa para estas fechas, el panorama parece ser oscuro en las próximas semanas.
Las unidades de salud empiezan a verse en serios aprietos por la cantidad de
personas que acuden a las instalaciones por complicaciones de salud, y Riohacha
no se queda atrás.
Muchos de
los habitantes de la capital de La Guajira carecen de entendimiento de la
situación en la que nos encontramos sumidos. Sales a dar una vuelta a las
calles de la ciudad y encuentras un mar de gente sin cumplir las normas básicas
de bioseguridad. Ver aglomeraciones, personas sin tapabocas, parrandas sin
ningún distanciamiento es el pan de cada día. En los mercados de Riohacha,
puedes pasarte la rodadita y darte cuenta que de cada 10 personas que ves, la mitad,
o inclusive menos, usan el tapabocas, herramienta principal para evitar el
contagio.
El llamado
es a cuidarnos entre todos. Que la semana santa no se convierta después en
lamentaciones. Si una persona o una familia tiene pensado salir a disfrutar
estos días, que se haga con todas las precauciones pertinentes y que las
autoridades también hagan su trabajo; evitar en exceso las aglomeraciones de
personas y sancionar a quienes no cumplan las normas de bioseguridad.
El hecho de
que las vacunas hayan llegado y contemos con un buen número de personas
vacunadas, no significa que ya le hemos ganado la batalla a la pandemia. El
virus no se ha ido y está tomando un nuevo aire. Los números de contagios y
muertes están de nuevo en aumento y si seguimos con el desorden social, no se
les haga extraño una nueva cuarentena estricta, como ya han realizado algunos
países europeos.
Correo: eviethlopez@gmail.com
Twitter: @eviethlopez
La gente piensa que el peligro ya pasó
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